Necesita
por lo menos 15 °C para germinar; la siembra se hace durante el periodo
libre de heladas y al aire libre, a mediados de primavera. El crecimiento de la
planta no es verdaderamente activo hasta que se sobrepasan los 15 °C,
situándose el óptimo hacia los 32 °C. Resiste la sequía mejor que el maíz.
Es capaz de sufrir sequía durante un período bastante largo, y re emprender su
crecimiento más adelante cuando cesa la sequía. Por otra parte, necesita menos
cantidad de agua que el maíz para formar un kilogramo de materia seca.
Se
desarrolla bien en terrenos alcalinos,
sobre todo las variedades azucaradas que exigen la presencia en el suelo de carbonato cálcico, lo que aumenta el contenido
en sacarosa de tallos y hojas. Prefiere suelos
sanos, profundos, no demasiado pesados. Soporta algo la sal.
Al
regar debe evitarse que el agua toque las hojas, pues es fácil que se pudra la
planta; por eso no se siembra en bancales y se prefiere hacer riego por surcos. También se puede cultivar
en terrenos de secano e incluso los frutos pueden resultar
más sabrosos, pero los rendimientos potenciales son menores. Es necesario hacer despulgue (raleo de hojas) para evitar que
crezca muy vigorosa y produzca demasiadas flores masculinas y pocas femeninas,
que van a originar los frutos. En invernadero se cultivan melones que producen precoz mente. Estas plantas crecen verticalmente y se sostienen con la ayuda de
cuerdas.
El
fruto no debe cosecharse hasta que la madurez esté asegurada, y el contenido de
azúcar sea lo suficientemente elevado. Al tacto ésta se percibe cuando la
corteza alrededor del pedúnculo cede ligeramente a la presión de los dedos; el
peso específico del melón también es un índice característico, aumentando a
medida que la madurez incrementa la densidad de la pulpa.
Sufre
el ataque de varios hongos del suelo y también del oídio o mal
blanco (Podosphaera pannosa), que puede controlarse
confungicidas que no contengan azufre,
pues es muy sensible a este elemento.
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